marioneta – marionetista

•05/02/2012 • Deja un comentario

Cuando me pidieron dar clases de Actuación a alumnos que tenían apenas sus primeros acercamientos a este hacer: el actuar, mi respuesta sin pensarlo fue «sí, ¿cuando empiezo?» pero no me di tiempo para sentarme y reconocer la responsabilidad y la labor artesanal que estaba por comenzar en mi vida.

Fuentes hay varias, pero desde el principio fue inevitable, más que remitirme a las fuentes en papel, evocar a mis maestros, traer a mi piel para poder transmitir a la de ellos los ejercicios y enseñanzas de aquellos, los que me forjaron y a golpes de cincel me quitaron limitaciones, me moldearon el miedo (porque al teatro no hay que perdérselo, hay que saber usarlo), me abrieron la garganta y me enderezaron el cuerpo. Mi primera sorpresa fue el tributo interno que hacia ellos tuve, saberme malagradecida hasta ese instante, en esta primera sorpresa descubrí otro regalo que me hizo enamorarme más del teatro: descubrir esta conexión con los otros en el pasado mediato, inmediato o lejanísimo, porque el teatro no sería lo que es hoy (nada lo sería en realidad) si no fuéramos una consecución de enseñanzas y mejoramientos dados de  una mano a otra, de unos labios a otros, este contacto de atrás hacia hoy y de hoy hacia adelante a través de lo humano es lo que nos hace mejores seres vivos…

Profundizar este trabajo intenso, este de abrir los brazos para llevar grupos que cierran los ojos y se ponen en tus manos, me ha dejado preguntas interesantes -y a veces angustiantes- como: ¿qué es lo que en realidad tengo que enseñar? ¿desde dónde lo enseño? y la más aterradora: ¿para qué diablos enseño esto y para qué coño quieren aprenderlo?. En afán de renovar esta respuesta a cada momento (porque el teatro está vivo) he encontrado llaves para ejercicios que han dejado silencios con rostros húmedos, profundas reflexiones, cuerpos y almas tocados y abrazos largos… me he encontrado a mi como un ser que tiene auto-desconfianza y que se olvida que, a pesar que la mente diga lo contrario, mi intuición inexplicablemente es el mejor camino y las sesiones lo demuestran.

Buscando insaciablemente metáforas para poder hablar sobre el proceso del actor, me he encontré una mañana con una imagen que me levantó de la cama: el actor como marioneta y marionetista al mismo tiempo, los hilos como energía y conexiones ancestrales de su propia vida, de sus propia historia, de las enseñanzas y técnicas que ha aprendido… hilos que conectan el ser con el expresar y esa marioneta no es más que el cuerpo, «el lienzo blanco» del que les hablo a mis alumnos (este lienzo me lo descubrió la meditación, no la actuación) por el que tenemos que forjar la habilidad de hacer pasar cuanta emoción y acción se necesite…

Cuando me dan la oportunidad de dirigir, de llevar un grupo con fines teatrales, es tanta la responsabilidad como la plenitud, como la explosión creativa que ocurre en mi, me quita el sueño y el cansancio, me eleva a otro nivel más allá… Descubro y vuelvo a descubrir dándome cuenta que nada está escrito, que todo es vacío, como el escenario, como la cámara negra, como la vida misma…

V.

 

 

Social/Teatral/Político.

•26/02/2011 • Deja un comentario

Reconocer la importancia de un pueblo con teatro, la importancia de una civilización que le da su lugar a la manifestación artística llamada “teatro” (con sus distintas modalidades),  es reconocer la autenticidad de este arte como un reflejo en el espejo de nuestras enfermedades, afanes, vacíos, ilusiones e historia ¿por qué no?.

Es importante pensar al teatro como una manifestación que va más allá de la risa y el entretenimiento inocuo, más allá de la mente perezosa y no comprometida. El teatro desde su génesis tuvo un fin igual de importante que el artístico: el social (y en aquellos tiempos el religioso). Es interesante y, más que eso, me atrevo a decir: es imperativa la re-significación del teatro, el volver a los orígenes de su concepción, no así de su forma, pues ante todo, el mundo cambia y sus habitantes por demás; toda manifestación pública es inevitablemente social/política y es por esto que el teatro tiene un compromiso inyectado en la sangre aunque muchos no quieran verlo.

El teatro siempre revela inequívocamente los síntoma de aquel que lo transita (actores, director(a), etc.) y de aquel que lo observa y pone el acento solo en ciertos detalles que ha visto, lo quiera o no, se dé cuenta o no. Al manifestarnos en el teatro no podemos dejar de lado lo que somos y la cosmovisión que tenemos, por lo tanto es indiscutible que el teatro en sí mismo es social en su propiedad de única manifestación artística que sin un grupo actante y un grupo observante es imposible.  Hay quien dice que hay teatro sin mensaje, a mi me parece que hay quien hace teatro sin importarle el mensaje que dé y eso es distinto.

Las grandes sociedades están perdiendo muchas cosas, tienen siglos perdiéndolas, cosas elementales y básicas como la convivencia en paz y el estar en paz con uno mismo. Ya Antonin Artaud afirmaba, a principios del siglo XX, que “el teatro es una formidable invocación a los poderes que llevan al espíritu, por medio del ejemplo, a la fuente misma de sus conflictos […] es la revelación, la manifestación, la exteriorización de un fondo de crueldad latente, y por él se localizan en un individuo o en un pueblo todas las posibilidades perversas del espíritu[1]”, habla de eso desde el punto de vista beneficioso, de tener el valor de exaltar la energía y de vernos tal cual somos descubriendo nuestras mentiras, debilidades e hipocresías, para tomar una actitud superior, es así la responsabilidad del teatro que ha de recuperarse en esta post-modernidad.

Pienso que se requiere hoy por hoy gente comprometida con el hacer teatral tanto de forma como de fondo, pero también en el plano gubernamental que generen las bases para poder estimular y dar respaldo a los creativos,  pienso también que hay mucha gente que está dispuesta y que lleva esta fuerza teatral en la sangre, con entusiasmo y constancia para promover este tipo de dinámica generadora; para marcar el comienzo de intercambios teatrales, que enriquezcan la diversidad de posibilidades de “el ser” y “el hacer”.

Considerar la importancia que tiene el fomento de esta actividad dentro de las escuelas, no solo como iniciadora de inquietudes y expresiones artísticas en cada uno de los alumnos, también como estímulo de búsqueda cultural, pertenencia y apoyo en un grupo de trabajo, desenvolvimiento personal frente a un público, educación de la voz, conocimiento del propio cuerpo y sus capacidades expresivas, etc., etc.

El teatro es siempre generoso y los límites los pone la creatividad del artista, todo lugar puede ser un escenario, toda la gente puede ser espectador, el reto también es hacer al teatro accesible para todos, hacer del teatro una sorpresa que haga partícipe a la ciudadanía, que rompa las rutinas, que regale momentos inesperados. Que more las ciudades y las comunidades.

V.

 

publicado en brahmavadini.wordpress.com en agosto del 2009

 

Buenos Aires, Venezuela y México

•12/09/2010 • Deja un comentario

Noticias de nuestros queridos teatreros dispersados por el continente:

Graziana Luna, Valeria Pontoriero y Giovanni Bellizzi realizan en este momento la segunda temporada de la obra «El Primer Drama de Amanda» en la ciudad de Buenos Aires (capital federal) teniendo una exitosa respuesta del público en el pequeño teatro Pan y Arte, en el barrio de Boedo, la obra es una comedia de creación colectiva, generada bajo el formato de Dramaturgia de Actor con la asesoría en la dirección del afamado director Bernardo Cappa, quien estuvo de la mano con el grupo de jóvenes creadores, al inicio del proyecto, ha sido un gran mérito y generador de gran satisfacción la permanencia de esta obra que crece con cada función.

Se presenta los domingos a las 21 hs. en Boedo No. 878. Si quieres tener más datos sobre esta obra consulta: http://www.giovannibellizzi.netai.net/

Por su parte Susana López en Caracas, Venezuela ha completado, nada más y nada menos que en el Teatro San Martín de Caracas, dos temporadas de dos obras: Madres, en la que compartió escenario con una de las más grandes actrices de este país María Brito y la obra Por ti Sería Capaz de Matar, dirigida y escrita por Rubén León. Ambas, grandes producciones que completaron exitósamente su ciclo de funciones. Fue también asistente de dirección de la obra Señorita y Madamme, tambien en el mismo Teatro.

Por su parte en la Ciudad de Querétaro, México, Valeria Rosas se encarga de la producción de la obra Siete, del grupo Baron bajo la dirección de Jean Paul Carstensen que se presenta en este mes de septiembre los miércoles y jueves a las 8.15 pm. en La Fábrica,  Av. Industrialización #4 Álamos 2a secc.

Y bueno… todos aunque lejos, seguimos luchando para seguir nuestros sueños, para seguir expresándonos y compartir con la gente nuestro arte.

Seguiremos con las noticias seguramente muy pronto.

…hoy por hoy…

•24/02/2010 • Deja un comentario

Teatro D 4a, esparcido por latinoamérica.

Somos más de 6 y de 6 países… y hoy por hoy, por decisiones y caminos de la vida, Teatro de 4a es un grupo con sus miembros separados, sólo físicamente.

Chile, Argentina, Venezuela y México están lejos, pero en el mismo terreno y unidos por almas con los mismos amores y los mismos afanes.

Hay en Valparaiso (costa Chilena), una casa con futuro de centro cultural, no se si debiéramos llamarnos sucursales, aunque las sedes de momento estén solo en la mente y corazón de nosotros mismos. Ahí, en esa hermosa y pequeña ciudad están dos de nosotros instalándose y vendiendo delicioso pan, también se está horneando, estoy segura, algún proyecto teatral.

Buenos Aires sigue siendo quien acoge a la mayoría, quienes están inmersos ahora en un proyecto con el Director de teatro Bernardo Cappa para re-estrenarse dentro de unas semanas. También un viejo amigo nuestro, que vio nacer Teatro D 4a, por fin le hizo justicia la revolución y está en el San Martín dirigiendo a un excelente elenco.

Venezuela tiene ahora la hermosa y talentosa presencia de una de nosotros, también en su Teatro San Martín, es parte de -hasta ahora, porque va por más- 4 producciones escénicas con gente de trayectoria en Caracas.

Y la ciudad de Guanajuato será, desde este primero de marzo, víctima de la necedad de la que escribe, otra que no piensa parar hasta lograr formar un foro interesante, la que quiere seguir exprimiendo actores y que la expriman… desde la trinchera de un hotel, que esperemos sea cómplice de gestaciones interesantes…

Seguiremos informando, con todos los corazones.

V.

SOBRE EL ESPACIO

•29/11/2009 • Deja un comentario

Juan Carlos Gené afirma (obviamente no es el único, pero sí quien fue mi maestro) que el espacio habla por si mismo; es decir, el espacio encierra en si mismo, lo quiera o no, una premisa que nos propone un discurso; del espacio podemos deducir cosas, absorber ambientes cuando todavía no son siquiera sugeridos voluntariamente por el creador de una obra escénica (o plástica, cuando su entorno es englobable en dicha obra). A estas sugerencias transpiradas por el lugar uno, como creador, ha de sumarle elementos vivos o no, para completar la obra sobre el lienzo (si es que esta en algún momento puede considerarse “completa”).

En este momento el reto es replantear un espacio para una misma obra, tirar las piezas del tablero y re configurarlo para jugar con las mismas piezas, distintas reglas, distintos símbolos, distintos colores, mismos jugadores, mismos rieles. En el montaje primero de la obra Las Gelatinas, de Claudia Ríos, derrochamos en realismo, las primeras treinta lecturas del texto siempre me sugirieron un golpe realista para enfatizar la fuerza dramática y el patetismo de los personajes.

La obsesión de la que fui presa, de sentar al público casi en las piernas de los actores me frustraba, pues “el espacio” en ese montaje, la sala, ese teatro para acabar pronto: no me permitía con soltura disponer a mi gusto de la distribución de los espectadores, había cierta obligación de “a la italiana” que como pude semi rompí de la mano de mi creativo, empático y paciente escenógrafo. La obra se llevó a cabo efectivamente después de seis meses de arduos y deliciosos ensayos de inundarnos de Robertos, de Madres, de Prostitutas, de peras, etc, etc.

El público ocupó sus sillas y de lo que sí me di el gusto, fue en obligarlos a cruzar la casa para buscar sus asientos en las gradas antes de dar comienzo a la función.

Julio 2009, montaje nuevo de Las Gelatinas, releo el texto y las cincuenta y tantas lecturas previas definitivamente se quedaron atrás, el realismo no me dice nada ahora, trato de buscar todos los simbolismos, reducir los elementos escenográficos, de vestuario y de utilería: los 14 vasos desechables, las tres jarras de plástico, el polvo de gelatina de limón y fresa, los tres trapos, las fresas rebanadas, las tres bolsas de la madre, los cigarros de Roberto, los cuadros de las paredes (que nunca pegaron bien y que las primeras tres funciones desde la consola de luces me sacaban salpullido de bilis), los tres tapetes, los papelitos que colgaban de la mesa de las gelatinas, los 5 cambios de ropa de la Madre, las dos bandejas, las cinco lamparitas de mesa, la televisión, el Lego, los adornitos de la mesa junto al sofá, la canasta de mimbre, las rosas secas, la llave que colgaba del cuello de la Madre… etc. Eeeen fin… el polvo lo recogíamos, lo guardábamos y el siguiente viernes lo volvíamos a poner con otro poquito más que se acumulaba.

Hoy no quiero polvo, hoy por hoy y después del diciembre pasado y lo que me ha atropellado después, quiero saber qué hay detrás y descubrir ciertas cosas que a veces el teatro deja develadas; a veces después de tanto ensayo, después de tanto análisis experimental, después de tantas facetas rotas en una misma frase uno puede, a veces y solo a veces, enterarse de lo que no se había enterado. No es realismo ahora.

Hoy quiero una caja transparente para que la gente vea a través de ella la película monstruosa en que nos podemos convertir. Antes quería gente sentada en las piernas de los actores, ahora quiero a los actores sentados hombro con hombro con el espectador y que el espectador vea en la piel húmeda y tibia del actor como toma la decisión de formar parte de ese mundo enfermo, sí, por voluntad propia. Y sale y entra, pero no se desentiende de él hasta que la escena termina y las luces normales se prenden. En escena nada más que una silla de ruedas, una tele rota y una mesa; utilería: solo la más indispensable; vestuario, no importa. El actor bastará y debe hacerlo siempre para honrrar el “Espacio Vacío” que irónicamente y como bien dicen algunos maestros, nunca está vacío, pues siempre uno lo llena de sentidos, de significados.

El humano: fábrica insaciable de sentidos que al final no son mas que espacios vacíos.

Y vuelve entonces mi pregunta entonces, ¿para qué?…

V.

publicado en http://brahmavadini.wordpress.com en julio del 2009.

Fotografías 23.10.09

•02/11/2009 • Deja un comentario

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Cómo llegar al teatro

•22/10/2009 • Deja un comentario

La dirección del teatro es: Gral. Enrique Martínez 1427 (y Av. El Cano). Colegiales.

Teléfono para consultas y reservas: Informes 4554-0087.

http://www.entretelonesteatro.com.ar/ver_nota.asp?codigo_nota=4

Video Promo Gelatinas 2009

•08/10/2009 • 1 comentario

Puesta en Escena 2009

•07/10/2009 • Deja un comentario

«Y tú ¿en qué cuadro te encierras?»

A finales de julio de este año decidimos retomar Las Gelatinas, había una deuda, (no solo con Proteatro quien afortunadamente nos dio un subsidio) también entre nosotros había cierta sensación de deuda con el proyecto, particularmente yo como directora sentía que había mucho más para dar, creatividad en saldo a favor.

Casi un año después del primer montaje la vida de todos había cambiado y en particular, tras la muerte de mi abuela en el mes de marzo, mi visión y sensación de las cosas también. De modo que releí Las Gelatinas tratando de olvidar todo lo que habíamos construido, imaginado y trabajado con ella. El objetivo del grupo era generar cosas distintas de lo que habíamos hecho antes, el antes serviría de plataforma y de ahí para arriba; tanto los actores con sus personajes como yo desde la puesta y la dirección general.

El primer nuevo objetivo de la dirección era hacer un montaje independiente, ya se que esta palabra dispara muchas cosas en el contexto del «teatro independiente», en este caso el «independiente» se refiere a poder tener las gelatinas en cualquier tipo de foro más allá de las luces, los elementos escenográficos y la utilería, es decir, poder montar Gelatinas en cualquier lugar logrando prescindir de lo más posible y usar esto para enriquecer a pesar de la posible contradicción; después de todo, teniendo buenas actuaciones y estando todos convencidos de esta realidad que generaríamos, el resto el público bien puede imaginarlo y hacer de la puesta algo mucho más interesante. Esta premisa, obviamente, obligó a renunciar al realismo del primer montaje, cosa que nos agradó bastante, en aquel había tantos cambios de vestuario como días indicados en el texto, construimos la casa de la Madre y Roberto desde los tapetes (alfombras), hasta los cuadros en las paredes, pasando por las plantas muertas del florero, las fresas (frutillas) para las gelatinas, etc. Ahora no, antes había cocina, sala, estudio, salida a la calle, escaleras en escena, una segunda planta, era de una generosidad opípara, el público tenía miles de detalles para entretenerse. Ahora intentaríamos usar una superficie de 4×3 metros para que ahí pasara todo.

Empezamos a trabajar con estos 4×3 y la costumbre nos obligaba a definir salidas, entradas, puertas imaginarias, etc. Al principio unas telas iban a delimitar esta superficie y el público vería las actuaciones a través de estos delgados límites, los actores saldría y entrarían del 4×3 pos las esquinas que las telas dejarían libres y luego me di cuenta que eso nos haría dependientes de cómo colgarlas y en dónde, así que adiós telas.

La «realidad» ocurre en este 4×3 que está delimitado sencillamente por una cinta adhesiva en el piso que además es colocada por los mismos personajes, porque precisamente cada uno en su vida delimita sus propios mundos con tela adhesiva o paradigmas, prejuicios, ideas que fosilizamos y dejamos de cuestionar, líneas imaginarias de las cuales nos cuesta un trabajo titánico salir, ¿qué realidad nos fabricamos? ¿qué límites nos dibujamos a nosotros mismos? ¿qué pasa cuando rompemos estos límites? ¿qué pasa cuando rompemos la definición de nosotros mismos, el cajón en que decidimos meternos, categorizarnos (o en el que categorizamos a los demás)? Cómo si la vida fuera estática y aceptara líneas inmutables, la vida es cambio, muerte, transformación… inevitable.

La interacción con estos límites de cinta es más profunda aún. Cuando los personajes están dentro del límite no pueden ver hacia afuera, perciben los sonidos, si prestan atención se darán cuenta que afuera hay vida, sin embargo desde afuera puede verse y oírse perfecto lo que pasa dentro. Habrá momentos en que los personajes puedan salir y entrar de ese cuadro libremente, y lo interesante es justo eso, cuando uno se da cuenta que puede salir y sin embargo vuelve a entrar (¿será tal vez un intertexto involuntario o subconsciente de «A Puerta Cerrada» del Señor Sartre?). Después de todo ¿no somos así? no es tan extraño encariñarse con la prisión, con la pecera que nos contiene, encontrar el hueco cómodo dentro de la incomodidad, que nos dejemos amaestrar…

La puesta en resumen se resuelve efectivamente sin necesidad de luces, escenografía que vaya más allá de la silla de ruedas que adoptamos como símbolo del pasado y presente de esta familia enferma, una televisión y un teléfono inalámbrico roto, una grabadora vieja y una mesa, de utilería: una jarra con agua y vasos, el álbum de fotos familiar y un cepillo. Mucho más importante es la convención de la interacción con estos 4×3, su adentro y su afuera, y el desarrollo de la historia con el sentimiento de estos personajes… Y el valor del espectador de hacer suya esta historia incómoda y quitar una que otra cinta adhesiva de su vida cuando salga del teatro.

Ojalá la disfruten. Todos los comentarios son bienvenidos.

V.

Puesta en Escena 2008

•27/09/2009 • 2 comentarios

La supresión

¿Por Qué?

El montaje de Las Gelatinas por el grupo Teatro de Cuarta surgió como resultado de la movilización de todos los integrantes por hacer un reclamo social. Decidimos comenzar el trabajo a principios del mes de abril con la motivación no solo de hacer teatro, sino de buscar impactar en el espectador mostrándole a estos personajes, que rozan muy de cerca lo grotesco, en forma naturalista. Lo que buscamos es que de primera impresión el espectador vea un lugar que puede ser suyo y que a lo largo de la obra se sienta incómodo con eso que en algún momento hizo propio. Que se cuestione en el oscuro final si realmente él es diferente de estos personajes.

El texto está plagado de situaciones incómodas y diálogos inconclusos, en donde los personajes principales intentan comunicarse pero no lo logran por temor a confrontar lo que realmente ocurre dentro de si mismos. Siempre es más fácil incorporar el rol de víctima y victimario. Por considerar muy comunes este tipo de roles en las dinámicas familiares (y por ser estas dinámicas la base sobre la que se construye la sociedad) es que nos interesa montar este texto, para gritar al espectador que se de cuenta que no son sólo los otros quienes suprimen a los demás, Las Gelatinas pretende que nos demos cuenta que hay muchas formas de acorralar a la gente que decimos amar.

¿Cómo?

El objetivo del espectáculo es movilizar, por lo tanto la puesta escenográfica y la disposición del espacio escénico tendrá que involucrar al espectador a como de lugar y como la sala/foro lo permita. La distribución del espectador será la más cercana posible a los actores, en un inicio y determinado por el teatro en donde se estrenó en Septiembre del año en curso, las gradas donde el público se sienta estarán colocadas en posición diagonal con respecto al escenario, para generar una sensación inusual y hasta cierto punto incómoda, para colocarse en sus asientos el público tendrá que cruzar el escenario, lo cual le forzará a sentirse más dentro de la casa de esta familia, al público le dará la bienvenida en la entrada del teatro un par de lámparas iguales a las que están en el escenario. En la medida en que el espectáculo se presente en distintos foros siempre ha de romperse con la disposición “a la italiana” para acortar la distancia entre público y personaje (esto no quiere decir que estos tendrán contacto).

A través de una escenografía realista lograremos que el espectador reconozca el espacio como suyo fácilmente, y con elementos más abstractos, como la ventana que no es más que cuatro rombos de papel colgando del techo del teatro iluminados en rojo con sombras de rejas; momentos en que la iluminación rompe el realismo y se torna fantástica y congela ciertos momentos, etc. Enviamos mensajes mucho más artísticos y metafóricos sobre la emocionalidad de los personajes y la fuerza de las sitauciones. El desorden de esta casa demasiado usada también será un factor determinante, esto respalda el hecho de que pareciera que en esta casa no pasa el tiempo más que por las cosas que se van acumulando en ella.

El olfato jugará también un papel importante para lograr este cúmulo de sensaciones, con naftalina y olor a humedad es imposible escapar al ambiente de una casa demasiado vivida.

El trabajo de dirección con los actores, a lo largo de los casi seis meses de trabajo tuvo como prioridad, además de la indispensable organicidad, que los actores sientan esa interdependencia, la dinámica de un personaje siempre dependerá de otro personaje

El mayor reto al que también se abocó el proceso de ensayos fue a generar,  a través de sus actuaciones solamente, diferentes ambientes, llenar el espacio con una energía que se distinga de aquella con la que alguien puede entrar a una sala de teatro viniendo del día cotidiano. Producir la energía que tiene que vibrar en las paredes de esa casa en donde habitan estos seres. El mayor reto es ese, no solo lograr la atención del espectador sino producir continuamente en él sensaciones que hagan que quiera movilizarse, que quiera irse, que provoquen todo el tiempo algo sea agradable o desagradable, ya que finalmente pensamos que ese es el fin del arte.